XI

MIRAD CÓMO LE CLAVAN

(Te adoramos, Cristo, y te bendecimos)

Ahí está, clavado, entre el cielo y la tierra.
Es mi hijo, vuestro hermano.
Ese cuerpo nació de mis entrañas.
¡Qué bello era! Esas manos clavadas,
¡qué suavemente acariciaban!
Esos pies clavados, ¡qué gozosos estaban sobre mis rodillas cuando me abrazaba de niño!
Ese rostro dolorido, ¡qué cielo era cuando estaba dormido!
¡Es mi hijo! Pero ya no me pertenece. Es vuestro.
Os lo entregué en vuestras manos, vuestras manos pecadoras. ¿Qué habéis hecho de Él?
Él os amaba, yo lo puedo jurar. Él os amaba con locura.
Nunca hizo mal a nadie. Desde la eternidad pensó siempre con amor en vosotros y lo habéis clavado en la cruz,
y le insultáis con vuestros gritos,
y le amenazáis con vuestros puños.
Mirad, está muriendo por vosotros.
Es mi hijo, vuestro hermano.

(Hemos pecado, Señor, Ten piedad de nosotros)

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